Queridas y queridos:
Este primer mensaje del blog que acabo de crear "...y te diré de qué careces", 8 de septiembre de 2010, pretende explicar el proceso de perversión de la lucha por la igualdad ejemplificada en los Alardes del Bidasoa.
Como mi intención es empezar con mis compañeras y compañeros del Máster 2009/2010 de Agente de Igualdad de la UPV/EHU, empiezo por el final: con la publicación de la carta a la presidenta de las Junas Generales de Gipuzkoa, que participó en las Jornadas de fin de curso en junio de este mismo año.
Ya habrá tiempo para más detalles; de todos modos, el tono y el contenido de esta primera carta ya os irán poniendo al corriente de las intenciones de este blog.
Rafaela Romero
Presidenta de las Juntas Generales de Gipuzkoa
Miramon pasealekua, 164 20014 Donostia
Irun, 2 de junio de 2010
Señora Presidenta de las Juntas Generales:
Me llamo Javier Ignacio Querejeta Erro, soy quien le envió el año pasado en calidad de secretario de la Asociación “Alardezaleak” por un Alarde Público de Irun, como al lehendakari López y a la Ministra Aído, una invitación a participar en el Alarde Público y no Discriminatorio de San Marcial. Ahora le escribo como particular, y no le voy a repetir las 19 páginas, que incluiré a modo de anexo porque esta vez la carta será hecha pública y enviada a muy diferentes personas e instituciones igualitaristas (la dejo hasta con sus erratas, para que pueda comprobar que no la he modificado a tenor de lo que le escribo ahora), ante la evidencia de que lo que considerábamos discreción sólo nos perjudica. Para muestra, las siguientes líneas de su perverso juego de las ventajas de defender la desigualdad en el Bidasoa sin los inconvenientes de hacerlo fuera, y viceversa.
Tampoco le voy a detallar mi inmenso enfado ante el hecho de que usted, junto a la Consejera del ramo, Gema Zabaleta, no sólo hiciera caso omiso a nuestra invitación a trabajar por la igualdad, sino que hizo todo lo contrario, ya que el 30 de junio aplaudió a los maltratadores y legitimó la segregación social, manifestada en un Alarde de primera y otro de segunda. De hecho, no sólo ratificaron con ello los argumentos que le expuse el año pasado, sino que su actuación resultó proactiva contra la igualdad: son ustedes las únicas representantes políticas y/o institucionales no bidasoarras que en todos estos años han venido a apoyar con su presencia la causa de la desigualdad. Y no será porque no les advertimos del riesgo y de que la verdadera oposición la encontrarían en su partido; es más, cuando supimos cómo iban a actuar ustedes, les pedimos que así, a ponernos (en el mejor de los casos) a la misma altura que los maltratadores, no vinieran, y despreciaron nuestra petición. Ni voy a comentar sus declaraciones de usted de desánimo a la igualdad (y consiguiente ánimo a la desigualdad) el 8 de septiembre en Hondarribia, enviando un mensaje de incapacidad de superación de la situación actual, sin una sola palabra de solidaridad y empatía hacia las víctimas, y menos de condena a los maltratadores, a diferencia de lo que hace con la violencia de género doméstica, como si ésta sí pudiera resolverse de un día para otro. Así lo recogió la prensa, al menos, y usted tiene las suficientes tablas como para saber qué hay que decir dónde.
De hecho, tal vez ni siquiera me habría tomado la molestia de escribirle este año, pese a que su actuación envalentonó a los maltratadores y a la tarde, sin testigos incómodos, las agresiones violentas nos remontaron a tiempos que ya creíamos pasados. Lo peor no es que hayan hecho creer “al Pueblo” que discriminar es legítimo, sino que le han demostrado que un buen par de “presiones” en el cogote y doblan la cerviz hasta las que van de progres en las altas instituciones (las putas emakundes: el lenguaje coloquial no se toma la molestia de hacer distingos competenciales). En ustedes han ejemplificado al más alto nivel su idea de que la violencia de género, peor que legítima, es funcional, puesto que consigue los objetivos que se pretenden. Once meses después aún hay quien exhibe su presencia, no como argumento legitimador de la exclusión, sino como auténticos trofeos ganados al enemigo
El caso es que este año, como remate a un máster on line de agentes de igualdad que hemos realizado una cincuentena de personas con mucho esfuerzo, robando tiempo, dedicación y energía al sueño, al trabajo, al ocio y a nuestras respectivas familias o relaciones personales, los días 10 y 11 de junio se celebran unas Jornadas en los que, ¡sorpresa! interviene usted. No se imagina el susto, más bien el disgusto, que me he llevado. ¿De verdad cree, sinceramente, que usted está en condiciones de enseñarnos algo o de alentarnos a la lucha por la igualdad cuando aún esperamos que rectifique su vergonzosa actuación respecto a los alardes?
No sé qué pretende enseñarnos usted; pero, desde la atrevencia del alumno que seguramente no ha aprendido todo lo que debía, yo sí le voy a dar unas lecciones, muy sencillas de aprender aunque, por lo visto, muy difíciles de aplicar:
1) Nunca dé por buena una solución para las mujeres si no le parece también admisible, por ejemplo, para extremeños o constitucionalistas.
2) Escuche siempre a las víctimas, y también a los maltratadores; pero nunca los ponga en el mismo plano de legitimidad. Eso culpabiliza a la víctima y victimiza al maltratador: todas las personas son respetables, pero de ningún modo todas las opiniones ni todos los actos.
3) Humildad: si no puede o no sabe abordar un tema concreto, reconózcalo, no lo desvíe o relativice; si no, nunca conseguirá solucionarlo. Y si sus limitaciones se deben a “presiones”, hágalo público, denuncie el núcleo del problema: la violencia mata y el silencio remata.
4) No pida a la sociedad que haga lo que usted no se atreve a hacer. Usted tiene que liderar, o al menos apoyar, no ir a rebufo. Usted preside una institución centenaria y representativa de toda la población guipuzcoana, no puede desaparecer cuando le conviene, y sus silencios son más elocuentes que sus palabras.
5) Nunca anteponga sus intereses de partido a los principios de igualdad.
6) Nunca se saque la foto antes de habérsela ganado.
Para empezar, ya estamos en fechas: le invito a que diga con la boca grande lo mismo que nos dice con la boca pequeña. No necesitamos criptoigualitaristas, ni feministas de quita y pon, sino hombres y mujeres que estén a las duras y a las más duras. Y si no tiene suficiente convicción, entereza moral o valor cívico, por favor, no moleste a quienes, más mal que bien, sí trabajamos, y mucho menos trabaje contra la igualdad por miedo, interés y/o conveniencia.
En un alarde de generosidad, le voy a conceder el beneficio de la duda, ya que errar es humano y rectificar de sabias. Ciertamente, es muy posible que usted, cuando ingenuamente aceptó nuestra invitación, no hubiera calculado bien las dimensiones de su acto, pese a que le advertimos de su calado. También es verdad que quien no hace no se equivoca, y son muchas las personas que han salido despavoridas creyendo que intervenían en un asuntillo cuya violencia intrínseca eran incapaces de calibrar. Meter la pata es hasta bueno si sirve para mejorar.
Está en su mano ser parte del problema, como hasta ahora, o parte de la solución. Si de verdad está dispuesta a trabajar por la igualdad, le saludaré con gusto el jueves. Si no, por favor, no importune, que bastante trabajo tenemos. Y un último consejo: aproveche el jueves para apuntarse al máster, las matrículas del curso que viene ya se están preparando. Yo he aprendido mucho y, por desgracia, me he ratificado en lo que ya me imaginaba: que lo de los alardes no es excepción, sino síntoma de un mal muy extendido y enraizado.
Atentamente
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