dijous, 16 de setembre del 2010

Amor mío, vienes tarde

Amor mío, vienes tarde
Amor mío, tarde vienes

Vienes de cumplir con otra
Conmigo cumplido tienes

Dedico esta copla de Llarón (Cangas del Narcea, Occidente astuariano) a Ana González Rodríguez, directora del Gabinete de la Ministra de Igualdad, a quien tuve oportunidad de conocer en las Jornadas que mencionaba en el artículo anterior. Por qué, ya os haréis idea después de leer la carta que le envié tras las jornadas (la dejo, como la anterior, incluso con sus erratas) y de la que no obtuve respuesta. Nota: Ana González es asturiana. Lo demás se entiende solo. 


Ana González Rodríguez, directora del Gabinete de la Ministra
Ministerio de Igualdad      Alcalá, 37     20014    MADRID
Irun, 13 de junio de 2010.
Estimada Ana:
Como ya nos conoceos personalmente, permíteme que te tutee, y como ya sabes de qué va todo esto, no te voy a hacer perder mucho tiempo, al menos haciéndote releer más de lo que ya escribí. Incluyo la carta enviada en septiembre de 2008 y la de febrero de 2009, como complemento a lo que ya te he enviado, así como la enviada al entonces diputado por Gipuzkoa y vicepresidente segundo de la Comisión de Igualdad del Congreso, citado en otros sitios. No he hallado copia de la primera que os envié, en junio de 2008, pero no creo que haga falta para que sigas el hilo. También te incluyo un ejemplar para ti del libro “Los Alardes del Bidasoa: Pueblo versus Ciudadanía” que ya envié al ministerio en 2008, para ayudarte a contextualizar mejor la cuestión.
He estado pensando todo el fin de semana qué escribirte, pero como muchas cosas ya están recogidas, he decidido centrarme en lo más personal e ir directo al grano. Por un lado, afirmaste haber acudido a las Jornadas por autoinvitación, puesto que te apetecía mucho acudir. Bien, ya sabes lo que opino de apuntarse a lo más fácil y placentero y desaparecer cuando viene el compromiso real, o peor, pervertirlo. Y en eso mismo me quiero centrar, en la perversión del lenguaje, que pretende hacer pasar por natural y legítimo lo que no es. Lo dijiste tú, que en esto de la igualdad se da mucho. En efecto, en cuanto quieras meter el morro te van a querer convencer de que esto de los alardes no es desigualdad, muchísimo menos violencia de género. Para no serlo, llama la atención que nuestro alcalde insista en que lo primordial es “garantizar la seguridad”. Nunca especifica de quién porque evidenciaría lo que no se puede verbalizar. Debe de ser por eso que sólo pacta con los maltratadores, mientras que siempre acusa ante los medios de comunicación a las víctimas de provocar los incidentes que padecen. Podría escribir un auténtico manual de maltrato de género doméstico trasladado al ámbito local. Porque incluso su supuesto interés de no violencia sólo pasa por la expulsión de las víctimas del espacio público para que no molesten a los maltratadores, del mismo modo que las mujeres maltratadas han de abandonar sus hogares, en vez de ser al revés. Y es que, según nuestro alcalde, el problema es de enfrentamientos, ya que “todas las opiniones son respetables”. ¿También es respetable la opinión de que él debería renunciar a hacer política, o si no asumir las consecuencias y vivir con escolta por empecinarse en actuar contra “la voluntad del Pueblo Vasco”? No, sólo cuando se trata de mujeres que se empecinan en ocupar un espacio y un tiempo que no les corresponde porque no lo desea la mayoría (“los normales” o “el Pueblo Irunés”, en su vocabulario: otra perversión).
Dice que no apoya nuestro Alarde porque jurídicamente es una manifestación. Y claro, hasta ahí podíamos llegar, un alcalde socialista apoyando la igualdad. Cuando los betikos utilizaron tal figura jurídica no decía lo mismo. De todos modos, en este país hace ya años que se inventó la figura jurídica de “contramanifestación” precisamente para reprimir respuestas violentas de un sector que no soportaba que otro tomara la calle. Pero claro, el alarde es “otra cosa”, y cuando nos insultan, empujan, pegan, apedrean desde las aceras, él sólo ve enfrentamientos entre particulares. En efecto, los maridos también son maltratados por sus esposas, y al final el concepto de violencia de género se diluye en una ciénaga de denuncias y contradenuncias. Y, en nuestro caso, la lucha por la igualdad se convierte en “violencia de ambas partes”, condenables, pero no las opiniones que la generan, tan respetables. Y la igualdad ya ha desaparecido como tema de discusión de los alardes, puesto que ante principios teóricos que no interesan al Pueblo, la “paz social”, del mismo modo que la paz familiar en la generación anterior (y me temo mucho que en la actual), se impone como objetivo último de la convivencia. Es decir, que la maltratada se calle y ceda para que el maltratador no se vea obligado a recurrir a la violencia y se viva en una apariencia de “normalidad” (la otra gran palabra-trampa perversa de lo de los dos alardes, ya que segregación no suena políticamente correcto).
Entiendo que un ministerio como el vuestro, envuelto en una auténtica campaña de desprestigio, tiene muchas cosas que hacer y tiene que medir mucho sus fuerzas antes de abrir nuevos frentes (se habló de eso en las jornadas). Pero tú también tienes que entender que no se pueden frustrar expectativas de la poca gente que de verdad se cree esto de la igualdad. Y si calláis por no ceder al chantaje de los violentos, sean de la derechona o de tu propio partido, sólo le estaréis dando aire a la desigualdad, y animándoles a seguir haciendo lo que hacen: la legitimidad ya la tienen porque se la creen y nadie se la discute, y la capacidad se la otorgáis en la medida en que no les hacéis frente. Pregunta, si no, a la consejera Zabaleta y a la presidenta de la Juntas Generales, cuya respuesta todavía espero (retóricamente, claro, ya sabemos lo que hay).
Y ahí tienes tu primera tarea: más que invitarte, te pido que vengas el 30 de junio a Irun, pero no sólo a la mañana al balcón del Ayuntamiento. A la tarde también, que es cuando se dan las ostias, cuando testigos institucionales y medios de comunicación ya se han ido. Y mucho mejor si consigues que también venga la ministra: su presencia da una legitimidad que, con todos los respetos te lo digo, tú no transmites, en la medida en que no eres conocida públicamente. Y si haces que vengan Zabaleta y Romero, mucho mejor. Es más difícil que te a ti te digan que no, y desde luego ante ti no repetirán el “yo a los dos”. Y, de paso, recupera aquellas parlamentarias socialistas que hasta el año pasado venían, y que no sabemos si han dejado de venir porque no estaban dispuestas a legitimar el perverso juego, o si porque ya no les interesa esta foto. No sabes la cantidad de políticas, y algunos políticos, que hemos visto pasar fugaces en estos ya tres lustros de pelea. Y no te digo que no intentes que venga al lehendakari de los ciudadanos de primera y de segunda. No tiene muy difícil superar el listón del lehendakari de los vascos y de las vascas, que nunca vino. A no ser que fuera López quien forzara a Zabaleta y Romero a actuar como actuaron. Me cuesta creer que el alcalde solo las obligara sin respaldo de la superioridad.
 A la hora de enviar las invitaciones oficiales este año, pensaba denunciar la actuación el pasado, y darla a conocer a esta minúscula pero muy activa y crítica comunidad de gentes ligadas a la igualdad en Euskadi, más que nada para dificultar que se extienda el ejemplo. Pero, para facilitarte la labor, estoy dispuesto a esperar a que me des una respuesta y mostrarme hasta el momento más comedido. Aunque a veces el tono parezca decir otra cosa, esto no es algo personal, a mí sólo me interesa el resultado. Y la discreción hasta ahora no nos ha hecho bien. Pero puedo esperar una respuesta antes de denunciar públicamente –o no– lo que hicieron tus compañeras, que ha pasado desapercibido incluso para gente que en principio es sensible al tema: una vez más, todas las ventajas políticas de defender la desigualdad en el Bidasoa y ninguno de sus inconvenientes.
¿Que estamos en crisis y hay que hay que ahorrar en viajes? Salió mucho lo de la crisis en las Jornadas, y es evidente a quién y a qué va a afectar. Pues haz pública una declaración contundente y sin resquicios a la ambigüedad. No es lo mismo, pero el silencio, hacer creer que no va con vosotras, también pervierte el conflicto, puesto que lo niega.
Porque venir un día al año, con parecer mucho, no es importante en sí, lo es en la medida en que supone aceptar la complicidad que pedimos el año pasado (y los anteriores, ahora lo que ha cambiado es la otra parte de interlocución). Y la complicidad la queremos para trabajar por la igualdad, no un día al año, sino para que ese día, por su especial trascendencia en el calendario local, se manifieste como igualdad real y efectiva, sin trampas ni excepciones. Y en ese camino se pueden hacer muchas cosas, en Irun y en muchos sitios. Tómatelo como lo que es, un síntoma de un mal generalizado. Los alardes no son fiestas en el sentido habitual del término, sino rituales de autoafirmación colectiva. El aspecto formal varía, pero es un fenómeno habitual en las comunidades locales, muy ligado a la identidad, a menudo de origen religioso, pero de valor social. Pregunta en Alcoi o en el Palmar de la Albufera, o en las fallas de Taull, o en otros sitios donde las mujeres han ganado todos los juicios ganables y siguen excluidas de la presencia principal, la de mayor prestigio. Que las mujeres estén o no, y cómo, es un indicador de la implantación real de la igualdad. Lo demás es desviar la atención.
Ahora no es el momento de tratar de todo esto. Antes tendrás que demostrar que de verdad tienes interés y capacidad. No te molestes, pero ya te he dicho que son tantas y tantos quienes han pasado por esto y, en el mejor de los casos, no nos han dedicado más que hermosas palabras, y a poder ser en círculos privados para que no se supieran… Juegan en tu contra las muchas loas sobre ti y tu trabajo que escuchamos en las jornadas, puesto que la decepción sería mayor. En fin, que en tu mano queda que esto sea el principio de una colaboración más o menos fructífera para la que nos ponemos a tu disposición, o sea, como dice la copla asturiana,
“si te quería,
yera mentira
yeran papeles
que te facía!”
Atentamente,
Xabier

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